jueves, 10 de marzo de 2011

Meeting Dark Puniel

Tras unas breves aventuras y desventuras en los pisos superiores (y en parte en otros planos que escapan de mi memoria) bajé al hall principal del hotel.

Era un hotel 5 estrellas, pero el lujo no desbordaba. Se mantenía la elegancia sutil. Y ahí en el medio estaba ella, esperándome. Una mujer muy atractiva, de cuerpo esbelto y rasgos delicados; muy elegante, muy prolijamente arreglada. De traje, con un look de esos que se llamarían "sofisticados". Nuestros ojos se encontraron y la sentí llamándome.

Me acerqué.

Empezamos a hablar, y sin ser precisamente consciente del exacto momento clave, de pronto me vi a mi mismo siendo interrogado, casi desafiado, por la dama.

Entonces lo supe: Era el Diablo.

Era la maldad encarnada, la ensoñación, todo lo que nos aleja del foco, del temple. La pasión, el instinto animal, la inconsciencia. Y acepté el desafío.

Me tenía confianza, toda mi vida había esperado ese momento. Y toda mi vida me creí preparado como para enfrentarlo. Era hora de demostrar de qué era capaz.

"Muy bien, pues...", parecía usar mis expresiones verbales, y tras decir eso se dio vuelta y empezó a caminar hacia la puerta principal haciendo un gesto para que la siga. Eso hice.

Una vez en la vereda un auto muy lujoso, de esos deportivos, nos esperaba estacionado en la calle. Se subió y yo lo bordeé para alcanzar el asiento del acompañante.

"Vamos a dar un paseo", dijo. No sabía a dónde me llevaría pero tampoco tenía miedo. Sabía que no me compartiría nuestro destino por más que insistiera así que me limité a disfrutar de las comodidades del vehículo, que ya de por sí me sorprendían bastante.

Al rato se detuvo frente a una torre que parecía sacada de algún país primermundista. No recordaba una torre así en Buenos Aires. De vidrio como las que se aprecian por costanera pero más alta que las que conocía.

Era de ella. No sabía cómo o por qué sabía todo esto yo, pero la información estaba ahí, a mi disposición. Tampoco me sorprendió mucho, que el Diablo disponga de poder y dinero no es algo que suene incoherente o contradictorio. Me quería mostrar la vista desde la terraza. La seguí en silencio.

En el trayecto hasta el edificio noté el cielo. Estaba muy diferente de todo cielo que hubiera visto antes. Era apocalíptico. Con muchos tonos rojizos, hasta algunos violetas. Pero dentro de lo tenebroso que acechaba no dejaba de ser... tan hermoso.

¿Cuándo había sido la última vez que había contemplado la belleza de la Naturaleza tan crudamente? Me emocioné y perdí la noción del tiempo y del espacio. De pronto estaba en el ascensor junto a la mujer, y miles de pensamientos e ideas atravesaban mi cabeza sin piedad. Entonces la miré por el espejo y me di cuenta: No estaba en presencia del Diablo... Estaba acompañado de mi propia naturaleza animal, mi instinto, mi "lado oscuro".

No había sido desafiado en una épica batalla entre el bien y el mal. Había sido desafiado en un reto que ya había perdido antes de aceptarlo. "¿Creés que podés contra tu propia sensibilidad, contra tu propia pasión?". Seguir negando toda mi oscuridad era algo para lo que ya no tenía más fuerzas, y me desplomé en el suelo.

La mujer se agachó a mi lado y me acarició la espalda. La miré, me sonrió y me ayudó a levantarme. Y atravesando juntos el pasillo hacia la terraza, caminé firme a enfrentar mi destino.

1 punicomentarios en esta punientrada:

Anónimo dijo...

Brillante!! Nadie lo hubiese descrito como vos... n.n

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