jueves, 2 de diciembre de 2010

Bondad

Se me inflamaron unos ganglios, así que fuí al médico.

Quedé en encontrarme con mi madre porque tenía que hacer un trámite también, y no entiendo mucho de burocracia, así que me ofreció ayuda. Siempre que pueda lo hará supongo, lo prefiere. Pero colgué haciendo unos quehaceres (recordemos que ya no vivo con ella, así que ella iba desde su trabajo y yo desde mi casa) así que me llamó algo molesta, le pedí disculpas y partí. Mientras bajaba a la calle algo me incomodaba en la nuca, pero no podían ser los ganglios, esos están a los costados de mi cuello...

Entonces, caminando las pocas cuadras que separan mi casa del hospital, justo cuando pasaba por la puerta de una panadería, un muchacho, con una pinta de esas que "lo harían a uno cruzar a la vereda de enfrente", salió y me detuvo. Me frené y volteé. Empezó con su discurso, que empezaba con "con todo respeto, no te quiero asustar.." y yo podía imaginar qué seguiría.

Me dijo que para no salir a robar prefiere vender no sé qué cosa que estaba vendiendo, lo frené porque realmente estaba apurado, y se lo dije, y le pedí disculpas, no iba a comprar nada. Me dijo que se llamaba Alan y me preguntó mi nombre, le dije que... yo también me llamaba Alan y sorprendido me despidió. Extrañado seguí mi camino con mi nuca aún llamándome la atención.

Cuando me encontré con Madre me dijo ya haber hecho los trámites por mi, y esperamos a que me llame el médico.

El médico me vió dos segundos y me mandó a hacerme un examen de sangre. Odio cuando me dicen eso. Sé que no es gran cosa, me he sacado sangre antes, lo recuerdo, pero el estado en el que entro desde que me entero que lo tengo que hacer hasta que ocurre... es incómodo.

Volví a la sala de espera y una señora hablaba por celular al lado mio. Le avisaba a su tía que no iba a hacer algo (no recuerdo ahora si pasar por la farmacia a comprar algo o pasar por alguna ventanilla a buscar una orden o qué) porque estaba muy cansada, y pedía que la entienda. "Sí, ya sé, pero vengo de laburar todo el día y me hacen esperar, y me ven, y me hacen esperar de nuevo y en este momento solo puedo pensar en lo cansada que estoy, nada más". Lo primero que me invadió fue un pensamiento cercano a "Qué vida de mierda", y de nuevo, ¿qué era esa sensación en mi nuca?

Por suerte, la enfermera me llamó a los pocos minutos y pocos minutos más tarde ya había vuelto a la sala de espera. El resultado del examen estaría a la hora así que con Madre decidimos ir a un bardelaesquina.

Con un feca y un licuadodebanana frente a nosotros no pude esquivar la previsible charla sobre mi futuro cercano. Como este es mi último mes de laburo donde trabajo actualmente, está lógicamente preocupada por lo que haga de mi vida en el verano. Esta charla es una de esas "charlas atemporales", una de esas charlas que no importa en qué época de la historia del Mundo uno esté viviendo, siempre ocurren, porque siempre ocurrieron y siempre ocurrirán. Es una charla que me encula y hace que hable con la boca bastante cerrada y en tonos chotos. Y mi nuca me seguía molestando.

Sea como sea, pasó la hora, pagamos y volvimos al hospital. El médico me dijo que no era nada grave, y me recetó unas pastillas por una semana. No soy muy fan de la alopatía, pero bueno, no tengo ganas de rebelarme hoy.

Cuando fuimos del consultorio a la farmacia que se encuentra dentro del mismo hospital, saqué un número y me senté. A los pocos minutos una señora se acercó y me preguntó qué número tenía. "30" le dije, esperando que no sea otra como la de la sala de espera, y que no me rompa las pelotas.

"Ah, yo tengo el 24, tomá, porque me di cuenta que al final no tengo que comprar nada", y se dio media vuelta.

"G..gracias" atiné a decir, tarde, no sé si me escuchó, y el anciano que estaba a mi otro lado me dijo "qué suerte, te salteaste varios números". "S..sí, sí, posta, qué suerte", dije sin caer todavía del todo en lo que había pasado. ¿Era tan sorprendente el regalo acaso? No. Pero no había caído en eso, había caído en lo que significaba la incomodidad en la nuca.

El viejito me dijo que él tenía el 25 y yo le ofrecí mi nuevo número. "No, está bien, es sólo un número, no te preocupes" me dijo, y le sonreí. La sensación en la nuca era la caricia de la Hipocresía. Que aún en su gesto más delicado causa incomodidad. ¿Por qué? Porque la Hipocresía fragmenta, y la división duele. La fusión, en cambio, refuerza, la integración fortifica y la unión lleva a la plenitud.

Caí en la cuenta de lo mucho que venía esperando amor por parte del otro y el poco amor que venía dándole al otro. Venía actuando muy distante de mis palabras. Hablando sabidurías que podían ayudar a otros pero que sin aplicarlas a mi vida valen tanto menos de lo que podrían valer... Caí en la cuenta de que no estaba siendo muy amoroso, sí, amoroso. Porque el amor implica muchas cosas. Erich Fromm en "El Arte de Amar", que empecé a leer y recomiendo, dice que todos los tipos de amor (porque ciertamente existen varios) se conforman de cuatro cosas: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

¿Había yo sido responsable y respetuoso con Madre al llegar tarde? ¿Lo había sido al contestarle mal en el bar? ¿Era respetuoso por mi parte juzgar la vida de la señora de la sala de espera como una mierda aún si ella no supiera lo que pensaba? ¿Y había sido cuidadoso conmigo mismo en el último tiempo? Porque vamos... bien sabemos que toda manifestación en el plano físico parte de algo en planos sutiles, principalmente en el emocional, y yo tengo mis ganglios inflamados por algo.

Mientras el farmacéutico me atendía recordé el desprecio que sentí cuando Alan me detuvo en la puerta de la panadería y recordé el prejuicio que sentí por la señora que hablaba por celular. Recordé la intolerancia que sentí hacia Madre cuando me hablaba del futuro en el bar y la desconfianza que sentí cuando la mujer del número 24 se acercaba a mi. Pero principalmente, recordé esa sensación en la nuca que no era ni más ni menos que la distancia entre el Puni que habla de amor y el Puni que ama poco. Y escribo esto ahora para recordar esa sensación. No quiero olvidarla porque no quiero volver a sentirla.

Y sí, yo creo que uno puede cambiar.

sábado, 30 de octubre de 2010

Ella

¿Quién es "ella" realmente?

Tantas veces la mencioné y no estoy seguro de saber quién es.

Siento conocerla desde siempre y aún así no sé si la reconocería de verla.

Anhelo su abrazo protector, su caricia fortalecedora, pero puedo esperar.

sábado, 16 de octubre de 2010

La diferencia entre ayer y hoy es que ahora tengo más experiencia para elegir mejor.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Posesión

Recién volviendo del CABA, habiendo salido de entregar un TP y rendir un examen, escucho mientras caminaba por la cuadra de Callao, entre Perón y Sarmiento, a un hombre gritando. Pero... ¿acaso estaba gritando "respetá la moral de mi país"? Debo haber oído mal, no tiene sentido eso...

Pero no, a medida que me acercaba más y las voces se hacían más nítidas, subí la vista y vi a un viejo (pero en un estado relativamente bueno, no parecía muy encorvado, capaz no tenía tantos años como creí tampoco) canoso gritándole a una pareja de hombres que tenían acento extranjero, latinoamericano. No podría definir la orientación sexual de los dos hombres porque no me detuve. Ahora que lo pienso capaz hasta hubiera sido gracioso (con un poco de sentido del humor ácido) pero en el momento estaba mentalmente muy cansado y solo quería volver acá para distenderme.

Tampoco capté qué argumentaban los extranjeros, me pregunté sobre su sexualidad porque por un momento pensé que tal vez sería una discusión que implicara ese tema. No se me hacía tan extraño que el viejo les recriminara que andaran de la mano o algo así, y que, al darse cuenta que no eran argentinos, los acusara de traer su promiscuidad a nuestras calles porteñas. Sea como sea, y haya sido cual haya sido el disparador, el viejo les reprochaba algo que no quería en "su país".

La cuadra que me quedaba hasta el subte y el tiempo que esperé en el andén (ya que al bajar se estaba yendo un tren) me quedó esa frase en la cabeza, e inevitablemente, pensé en todo esto.

Pensé en la posesión. Ya alguna vez concluí y enuncié, no sé si acá pero sí sé que en Facebook, que nadie puede poseer realmente nada porque ni la vida nos pertenece, ya que esta nos es regalada (o prestada, depende cómo conciban la muerte). Y como es en vida que nos movemos, todo lo "ganado" acá, como parte de un capital ajeno, no nos lo podemos apropiar. Pero como ya hablé de eso no quería ponerme reiterativo, además de que no es esto en lo que pensaba, sino que le di una vuelta más a la rosca.

Acepté que el viejo claramente está lejos de concebir la imposibilidad en la posesión. Entonces colgué filosofando sobre posibles formas de interpretar esa supuesta posesión. Él dijo "mi país", pero, si no fuera un político o funcionario público de algún tipo (ya que algunos podrán asociar posesión y pertenencia a los que estén a cargo de ese algo) ¿por qué sería este su país? ¿Porque nació acá? Eso me suena más a que él le pertenece a Argentina, en vez de Argentina perteneciéndole a él. Entonces me acordé de la maldita y difamadora astrología solar. Por más que no la defienda ni practique, en la astrología solar (la que cualquiera que no sepa de astrología concibe como ASTROLOGÍA) se aplica lo que acabo de decir... a medias. Uno suele preguntar "¿de qué signo sos?", y tiene cierto sentido. Los signos son demasiado más grandes que un humano como para pretender ser dueño de ellos, pero uno nace con su Sol en algún signo, y por ende no es tan raro pensar que "es" de ese signo. Aunque, también, el otro le podría contestar "mi signo es..", y ahí volvemos a lo mismo.

Tanto pensar en esto me hizo concluir en que tal vez sería más fácil cambiar el significado del concepto de posesión y pertenencia. Ya que sin duda son palabras útiles para expresarnos (y sí, también podríamos cambiar las palabras, cambiar el idioma, pero me encuentro en un momento más realista y práctico así que no lo propondré). En cambio si entendemos por posesión una mera relación vincular, de algún tipo, ni siquiera muy definido, entonces todo podría marchar un poco mejor. Y no estoy hablando de que logremos la paz mundial, sino de cada uno alcanzar una minimísima paz interior mayor, lo cual, eventualmente, lleva a la paz mundial, jajaja.

Yo no creo que deje de usar estas palabras, nunca fuí partidario de reducir el vocabulario, para mi si las palabras existen hay que usarlas. No me llevaría bien con los magos que no se animan a decir Voldemort (o los argentinos que no dicen Menem). Sí me gusta resignificar y reciclar palabras. Así que desde ahora en más, cuando haga referencia a algo mio, sepan que simplemente estoy estableciendo algún tipo de relación rápida de mi hacia ese algo o alguien y nada más.

Muchas gracias.

martes, 5 de octubre de 2010

Only doing homework can save me now.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Sticky note

No hacer cosas rutinarias para luego sentirse estancado.
Mantener la Naturaleza viva rutinariamente, amigarse con lo concreto y la Tierra.
Pero lo que es especial no puede ser rutina.
Y cuando las técnicas sean desarrolladas y la rutina refinada, todo será percibido como lo que es: Especial.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Sticky note

No quedarse en la potencialidad pura de un hecho material*. La potencialidad pura debe usarse para el presente inmediato donde tal vez ese hecho material sea imposible**. Entonces: paciencia y foco; magia en el presente. Concreción.

* (esto sería lo opuesto a un acontecimiento abstracto. Un hecho material sería un recuerdo, para atrás, o un posible futuro imaginado, para adelante. El perder la abstracción mata la magia.)

** (esta aplicación en el presente enfoca el poder de la potencialidad pura y lo convierte en Realidad)

viernes, 30 de julio de 2010

Intensidad

Veía la película I love you Phillip Morris y en un momento caí en la cuenta de que no la estaba disfrutando... porque me estaba identificando con el protagonista. Sí, ya sé, hay un chiste fácil acá porque el protagonista es homosexual, pero no, no me siento identificado con esa parte ni con la otra parte, la de estafador. Por eso fue de hecho que en un momento me tuve que preguntar por qué me estaba identificando, si no me siento ni homosexual ni estafador... y creo que lo que me lo causaba era que más allá de esas cualidades superficiales del personaje (aparentemente basado en una persona real), es una persona deseosa de intensidad.

Y es que en una parte de la película se suceden muchas situaciones donde el protagonista está a punto de que lo descubran, y los nervios me invadían, jajaja. Sí. Es parecido en cierta forma al protagonista de Catch me if you can, es de esa gente que vino al mundo aparentemente para burlar al sistema. El punto es que preguntándome por qué seguía con ese estilo de vida, cuando ya tenía suficiente para estar cómodo, caí en la cuenta que no se trataba de conseguir dinero, lujos, comodidad... el protagonista es adicto a la intensidad. Y se puede ver en los ojos de Jim (que no deja de sorprenderme como actor) eso en esos instantes en los que su personaje realmente no sabe cómo salir de donde está. Un trabajo increíble.

Curiosamente al terminar de verla me cruzo con este video. Entonces entendí que había entrado en la frecuencia. Es muy útil estar atento a las comunmente denominadas "coincidencias", porque no son más que avisos de la frecuencia en la que uno se encuentra. Y tras ver el video me invadieron las ganas de volver a entrenar. Me doy cuenta que abandoné mucho a mi cuerpo este año y no me parece bien. Recuerdo cuando semana tras semana lograba alcanzar un mínimo de elongación más y el placer fluía por mis venas cuando me estiraba, con el cuerpo entrado en calor y agitado. Extraño la euforia que me visitaba cuando salía de las clases de acrobacia a la mañana en Redes. Los días que iba tenían otro color.

Me doy cuenta cada vez más de cuánto quiero y necesito vivir la intensidad, y qué tan poca estoy sacando de mis actuales hábitos. Esto es bueno, porque me permite empezar a modificarlos. Y, oh casualidad, otra coincidencia. Hablo de modificar hábitos cuando estoy a horas de la mudanza de mi madre, y es que sin duda vivir con mi hermano me traerá cambios a mi rutina. Más trabajo, más responsabilidades. Me encanta. Por primera vez vivo el paso del tiempo como vitalidad pura. Siempre le temí a la muerte y ya le he dedicado tiempo de reflexión a eso que me llevó a considerar que mi poco compromiso con la vida parte de este miedo. Y hoy, que estoy por empezar una etapa totalmente nueva, no me podría sentir más vivo.

Solo recuerdo otro cambio de etapa que me resultó tan grande como este y fue el dejar la secundaria, y si bien no puedo revivir exactamente cómo me sentí en ese momento, no recuerdo este entusiasmo (y supongo que lo recordaría si lo hubiera sentido). Está bien, supongo que tenía mis miedos (si bien recuerdo haber transcurrido ese pasaje muy contento).

Pero esto es totalmente... fascinante. Es un momento donde mire por donde mire se abren abanicos infinitos de promesas de aventuras por vivir. Y cuando caigo en esta realidad... la recuerdo a ella. Creo que es la primera vez en este blog que uso esta palabra a futuro y no a pasado. La primera vez que no me refiero a alguien que fue sino a alguien que tal vez sea. Lo cual me recuerda una entrada que se me había ocurrido escribir en mi último cumpleaños, el cual ya pasó hace varios meses... y dejé pasar la oportunidad, pero no quiero dejar de mencionarlo, porque era una idea que me había simpatizado mucho y por haber pasado la oportunidad nunca encontré un espacio para ella. Esta era la siguiente... En mi cumpleaños, mientras estaba parado en el laburo, aburriéndome como siempre pero esa vez más contento de lo usual porque empezaba mi nueva vuelta al Sol, recibí un llamado de mi prima astróloga. Esta me llamaba para desearme un buen año, pero como era de esperarse... terminamos hablando de astrología. Ella me preguntó si había chusmeado algo y cuando le dije que todavía no se puso a ver en su computadora rápidamente algo. A los segundos gritó "¡Ay, Puni! (sí, me llama Puni) ¡Te enamorás este año!". Yo reí. Me causó mucha gracia la noticia y la forma en que lo dijo. Pero me alegré. Era una linda noticia. Ese día se me ocurrió escribirle una carta a mi futura enamorada. Era una idea que me atraía porque nunca le había escrito a alguien que todavía no había conocido. Hubiera puesto algo así como "me encantan tus rulos y cómo cae el pelo lacio por tus hombros", o sea, mi idea era escribir totalmente indefinidamente, escribir sin limitar las infinitas posibilidades de quien aparecería en mi vida.

Pero nunca escribí la entrada. Supongo en parte colgué por las antiguas Condiciones de Servicio de este blog, que me obligaban a pensar mucho más cada palabra, absurda y obsesivamente limitando mi expresión y magia (sí, se siente bien haber hecho ese cambio, siento que reclamé este espacio para una parte de mi mucho más interesante). Sea como sea, al poco tiempo pasó lo que pasó con la chica que me gustaba hace un año y en ese momento sentía que la predicción de mi prima se había cumplido... pero algo no me cerraba... Cuando ella me había dicho eso yo pensé y sentí que sería alguien nuevo... Pero bueno, ella no habló de alguien nuevo o viejo así que podía ser, y así lo entendí. La persona había aparecido (si bien ya venía estando...) y si bien me había ido de viaje por un mes, en mi retorno empezaría una linda historia.

Pero entonce pasó lo que también pasó, jajaja. Y en el momento no lo noté por la mezcolanza de sensaciones, sentires, ideas y vivencias, pero ahora me doy cuenta que me angustiaba un poco la incertidumbre (y es que requiere mucha madurez incursionar en la estructura del Destino, ahora lo entiendo, y reconozco la cautela y respeto que se necesitan). No entendía bien qué había pasado, qué se suponía que pase, y no, no lo digo de un modo determinista que me lave las manos de mis responsabilidades. Pero dentro de las corrientes de energías que nos hacen bailar estaba perdiéndome en mis propios pasos...

Pero, una vez más, como siempre, como es esta vida increíble que nos toca vivir, uno se vuelve a encontrar, ¿no? Y en el camino puede hasta que encuentre más gente maravillosa. En mi caso una de esas personas tiene una forma sensual y delicada, con pelo que una vez lució un flequillo pero que sin duda se ve mejor en su estado natural y salvaje. Una persona que habla de números cuando yo de astros, con quien me entiendo y siento entender. Persona que sin siquiera conocer en persona aún me acelera el corazón de pensar en ella. Y qué curioso rumbo tomó esta entrada. No era mi idea hablar de esto, sino expresar mi deseo de intensidad. Pero... ¿no es todo esto parte de la solución? ¿Qué tan productivo hubiera sido escribir sobre lo que quiero en comparación de lo productivo de escribir sobre lo que estoy logrando?

Estas preguntas me hacen reveer qué tanto me expreso hacia el pasado en vez de hacia el futuro. Es hora de cambiar de dirección. Y de expresarme más seguido también.

lunes, 5 de julio de 2010

Diálogo

- Tengo miedo de estar repitiendo los mismos errores del pasado, otra vez.

- ¿Estás seguro que es miedo a repetir errores y no miedo a que los resultados sean los parecidos?

- Puede ser, sí, supongo que sí. Porque la verdad es que aún no cometiendo los mismos errores nada me garantiza los resultados que yo quiero. Podría pasarme lo mismo de la última vez.

- Podría, y podría pasar algo diferente. Podría incluso pasar lo que estás esperando. Y también podría que al ocurrir eso no fuera lo que imaginaste. Todo podría, pero solo una cosa será. Y vas a tener que esperar para descubrir eso.

- Sí, lo sé. Gracias.

- De nada :)


...


- Che, te diste cuenta que ya es diferente, ¿no?

- ¿Por lo de que es imposible que sea igual a lo pasado porque no es la misma persona y blabla?

- Sí, y porque vos ya no sos la misma persona de antes.

- Sí, estaba pensando en lo mismo.

lunes, 21 de junio de 2010

Cambio en las Condiciones de Servicio del blog Puniverso

De ahora en más este blog deja de ser una herramienta de expresión y de sociabilización por medio de la Sincronía virtual para convertirse en una herramienta de autoexpresión y de autoreafirmación por medio de hechicería de las palabras con las esporádicas posibilidades de sociabilización que la Sincronía virtual elija brindarme.

No se permitirán más intentos de llamar la atención del público que partan de la propia impaciencia del autor ni obsesivas búsquedas de aprobación para apaciguar las inseguridades del mismo. El espacio aquí propuesto queda reservado solo para uso personal del autor, con salida al mundo para no limitar a la Sincronía y que pueda proponer creativas y divertidas situaciones y posibilidades cuando sea conveniente. Para todo lo demás el autor deberá abrirse un nuevo blog o CREAR SU PÁGINA PERSONAL DE UNA VEZ POR TODAS.

Estamos trabajando para traerme un mejor servicio. Desde ya muchas gracias.

Atte.,
La Administración.

domingo, 30 de mayo de 2010

Qué bonito fin del mundo

No es la primera vez que sueño con el apocalipsis. Ya me ha encontrado en otras tantas noches y lo he tenido que enfrentar. Esta vez fue en una forma más profética ya que por lo general suele ser repentino o inesperado. Supongo que era el año 2012 porque esta vez lo "esperábamos". Graciosamente el dj Mettanoia-Godha había organizado una rave para ese momento y creo que estaba yendo a ella cuando se acercaba el momento del juicio final porque no recuerdo haber estado mucho en la fiesta hasta notar una luz en el cielo que indicaba que faltaban pocos minutos. La incertidumbre reinaba en el ambiente por lo que no creo que nadie supiera muy certeramente qué era, aunque la posibilidad de que fuera un meteorito predominaba.

Bueno, acá empieza el flash (ponele, jajaja):

Alguien disponía de una especie de trineo volador (o tal vez era una suerte de trencito, pero no era muy grande y era de madera) y nos invitaba a subir para dar un paseo y tener una mejor vista del "espectáculo". La fiesta era en la ciudad por lo que no teníamos buen panorama desde donde estábamos. Subí junto a otros pero eramos demasiados o era poco diestro el conductor porque ascendimos unos pocos metros y el vehículo empezó a temblar y terminó por caer, volcando y obligando a cada uno a hacer uso de sus destrezas. Recuerdo haber caído dentro de todo bien porque no me hice daño y miré al cielo.

La luz era cada vez más nítida y se empezaba a poder distinguir dónde caería. No parecía ser muy lejos por lo que empecé a correr hacia allá. En ese momento, mientras corría por las calles de lo que podrían ser los alrededores de la Capital Federal, me invadió cierta tristeza. Hasta el momento no había tenido posibilidad de ponerme introspectivo por toda la euforia general (tanto por parte de los ansiosos creyentes esperanzados como de los escépticos desesperados y los equilibristas que bailaban en el medio de ambos bandos). Pero en ese momento de soledad me di cuenta que si bien tenía cierto miedo (porque aún no siendo seguro que el evento próximo implicaría muerte por supuesto que el que fuera una posibilidad me asustaba) era más tristeza lo que sentía, me daba pena lo que pudiera ocurrir, o tal vez me daba pena preguntarme si se pudiera haber evitado.

Sea como sea tenía curiosidad y no me iba a perder semejante acontecimiento. Mientras corría entendí qué estaba cayendo. No era un meteorito, era un pedazo de chatarra, parecía una locomotora o algo por el estilo. ¿Eso era todo? No podía ser... Este momento estaba señalado como definitivo. No podía ser un simple pedazo de chatarra espacial.
No pude llegar a destino antes de que viera al objeto metálico, oxidado y prendido fuego, atravesar el cielo sobre mi cabeza y caer a pocas cuadras de ahí. Oí el ruido del impacto y mis músculos se tensionaron aún más. Corrí para llegar y descubrir qué estaba pasando y entonces... me desperté.

sábado, 29 de mayo de 2010

Este espacio será mi santuario. Estas palabras serán mi mantra personal. Cuando esté débil las leeré para recordar el equilibrio y la armonía, la belleza y la inspiración brindada por otros, para recordar las sonrisas y las miradas, los mimos y el afecto, el calor y el vértigo, la aventura y la emoción, el arte y la grandeza (que nos hace sentir tan minúsculamente gigantes), los colores y la luz, la música y el movimiento, los sonidos y la magia, los sabores y las texturas. Porque la vida es un regalo maravilloso que quiero agradecer expresándome, permitiéndome equivocarme, perdonándome por ello y alentándome a volver a intentarlo, creando y compartiendo. Este será mi mantra para los momentos en los que me sienta abrumado y pierda la fé en mi mismo. Estas serán las palabras que me ayuden a recordar para perder el miedo y ganar la confianza, para volverme a levantar y seguir.

sábado, 8 de mayo de 2010

Abrazo

Nuevamente del Otro Lado, me encuentro con ella. Me la cruzo en el cumpleaños de alguna imaginaria amiga que tendríamos en común. La evito durante la noche. No tengo nada que compartir con ella. Ocurren cosas, cosas insólitas. Estando en el jardín frontal de una casa somos testigos de locuras que pasan en la calle. Vivimos una noche agitada. En un momento hasta interviene la policía. Pero la noche sigue.

Entonces, cuando el amanecer está amagando con manifestarse, ella decide irse. Mientras camina con la anfitriona hasta la reja para que le abra yo sigo un impulso y me paro, corro hasta su lado y me detengo, mirándola. Me mira. Nos miramos...

Un silencio breve.

Y la abrazo. La quiero despedir. La aprecio, y la abrazo. Le digo esto. "Te quiero". Ella lo recibe bien, pero contesta "Sí, ya sé, soy como tu otra mitad", con un tono de voz que denota que está intentando adivinar qué siento por ella, tal vez parodiando el in lak'ech que alguna vez seguramente le dije. Pero yo no me siento así; y la corrijo, le digo: "No... Yo soy entero en mi mismo, como vos, como todos. Pero te quiero, por eso te abrazo."



No entiendo por qué mi Subconsciente sigue tirándome la posta.



miércoles, 5 de mayo de 2010

Síndrome del astrólogo antiguo que entró en un vórtex temporal y viajó al futuro

Lo padezco. Síndrome que acabo de nombrar pero que conozco hace largo rato ya. Es tedioso.

Cada vez que me encuentro caminando por las calles de la ciudad de noche y una luz blanca me llega por el borde superior del ojo, filtrándose por mis cejas y pestañas, miro para arriba buscando la Luna y... ¡es un maldito reflector alumbrando un cartel publicitario!

jueves, 29 de abril de 2010

un Espejo de doble filo

Me hallaba una vez más del otro lado del espejo, en el mundo onírico. Me encontraba en la entrada del edificio donde vivo. Esta entrada tiene tres escalones hasta que se uno alcanza la puerta y en ese espacio uno no ve la cuadra a los lados, solo una porción de la de en frente (es decir que queda encerrado en el pequeño hall de metro y medio por dos metros).

Estaba sentado en uno de estos tres escalones... y en una de las oleadas arremolinadas de ese mundo, donde los recuerdos y las fantasías se entrelazan y mezclan, noté que mi viejo estaba sentado en el escalón de la librería de al lado (el local que hay dentro de la propiedad del edificio, entre la puerta de entrada y el portón del garage). Estaba con... unos... amigos. Compañeros de trabajo, de la remisería.

Descubrí tras escucharlos charlar que lo apodaban Albóndiga. Sí, esto es muy gracioso, me hace reír ahora de este lado, pero en ese entonces no me había causado gracia. De ese otro lado yo parecía cargar con todo el enojo que he cargado contra mi viejo en mi vida, enojo que de este lado a veces surge pero que supongo que escondo en esa mitad del cerebro. Esto me alertaba, me hacía estar atento y expectante, sin risas, sin distracciones. Estaba entonces yo consciente de él cuando por la cuadra se paseó mi prima, la que está próxima a casarse, y lo saludó.

"¡Hola Quique!" exclamó al ver a su tío sentado al lado de lo que en tiempos de matrimonio era su casa. Pero él... él no contestó el saludo, él dijo "¿Quique? Yo Albóndiga".

¿Por qué? ¿Por qué negaría su identidad familiar? Su identidad real, la de siempre. En este mundo todos lo conocen por su apodo Quique, inclusive en la remisería, pero entendí que mi subconsciente había planeado que de ese lado no fuera así para poder él actuar, poder esconderse, negar su identidad cotidiana, real.

¿Pero era cotidiana? ¿Estaba actuando realmente? Él pasa más horas, más días de su vida con esa gente que con familiares. Si la cotidianidad se define por tiempo de la rutina ocupado, entonces esa sería su actual familia. Tal vez no actuaba, tal vez había olvidado quién era. Pero en el momento no me entregué a esta idea, el enojo no me dejaba. Es fácil pensarlo ahora, en frío, pero cuando uno odia al otro, no va a excusarlo considerando todas las posibilidades. Él había negado su pasado, nos había negado a nosotros, se había avergonzado y por ende me había avergonzado a mi. Me había enojado mucho más. Esto era imperdonable.

Mi prima... nunca lo sabré cómo, pero siguió su camino por la cuadra. Por su cara de sorpresa puede que haya sentido tanto una incomprensión que la confundió lo suficiente como para no querer aclarar nada como que haya entendido lo ocurrido y la vergüenza ajena fuera lo que la ahuyentó de la puerta de mi hogar. Al seguir apurada ni me vio, sentado a un metro de distancia de mi padre con una pared en medio.

Yo seguía incrédulo, inflándome en odio, mientras entraron un par de vecinos que ni recuerdo si saludé o no. En algún momento entró mi cuñado y mi madre, los saludé, pero estaba demasiado ensimismado para recordar si me dijeron algo. En eso, asomándome un poco hacia la calle pero manteniéndome fuera de su vista, noté que tenía una suerte de tablero lúdico, o tal vez era otra cosa que él usaba con ese fin. Tenía un agujero y yo una lapicera, así que la lancé suavemente ahí, usándola como un dardo arrojadizo, y di con el blanco. Me pregunto ahora el por qué de esta acción, qué quería lograr. Creo que solo quería lograr una reacción. En mi perplejidad necesitaba interacción, necesitaba entender. Fuera lo que fuera que él hiciera me daría indicios, datos, me ayudaría a entender.

Él, mientras seguía hablando con sus compañeros, la sacó y la hizo rodar por el suelo hacia mi lado sin prestarle atención. Repetí esto dos o tres veces, siempre con el mismo resultado. O no le importaba o estaba subestimando ámpliamente su consciencia al respecto de todo esto.

Entonces... escuché algo que me congeló. Él me mencionó, hizo referencia a mi como "Alan, un muy buen amigo". No recuerdo por qué, creo que alguno de sus compañeros le preguntó algo sobre mi, tal vez me vieron, tal vez él contaba una anécdota. Lo que sí sé es que se refería a mi y cuando lo oí sentí un total jaque mate a mis prejuicios. Caí rendido en el escalón (no importa si ya estaba sentado, caí aún más sentado). Me desplomé. Me emocioné. Me reí de mi mismo. Me tenté. Y finalmente me sentí en paz.

En mi constante necesidad de entendimiento, impulsada por las frustraciones ganadas en mi pasado, principalmente en mi niñez pero también en años posteriores, me reconocí sumergido en una tormenta de prejuicios y juicios que me cegaban totalmente, atando cabos con alambre por donde pudiera. Y de repente entendí que... entiendo mucho menos de lo que suelo creer que entiendo. Y que siempre entenderé mucho menos de lo que siempre querré entender. Y me alegré, porque la aceptación del límite de la razón lo obliga a uno a ponerse en contacto con otros planos. Entonces me conecté más con mi corazón, y sentí.

Tal vez todo esto sea un análisis injusto de mi sueño, porque nace desde este lado, desde el lado de la vigilia. Tal vez sería más provechoso contar solamente las emociones que me golpearon y ya. No lo sé. Lo que sí sé es que no es la primera vez que mi Subconsciente me trae una linda sorpresa. Me ha pasado varias veces en mi pasado cercano y en mi pasado mediano en situaciones de enamoramiento no correspondido. Y al final, cuando me despierto, siempre siento esa extraña sensación, esa incertidumbre, esa necesidad de entender... por qué. Como si los sueños me bajaran de alguna entidad superior ajena a mi. Y me pregunto por qué me permite auto-boicotearme con miedos inconscientes de día para solo protegerme, mecerme entre sus brazos de ensueño, de noche (y encima solo a veces).

Y entonces recuerdo... que yo soy parte de esa entidad superior. No existe nada ajeno a mi porque no existe nada ajeno a nada, en este Universo donde todo está conectado con todo. Y yo, que soy guiado por el poder del Espejo, me conformo de ambas partes del mismo. Y en mi desconcierto matutino recuerdo que si yo pude protegerme esa noche de los fantasmas que me atormentaron el día anterior, tal vez pueda hacerlo durante este día también.